Blondi, la mascota de Hitler

Lunabell Férman

Las mascotas tienen forma inexplicables de llegar a los corazones más duros y las personas más tóxicas, un ejemplo de ello es Blondi, la hembra de pastor alemán que fue uno de los bienes más preciados de la persona que estuvo detrás del asesinato de 6 millones de judíos, Adolfo Hitler.

Corría el 1914 cuando Martin Bormann (director del Partido Nacional Socialista Obrero Alemán y hombre confianza de Hitler por su dominio de la contabilidad) le obsequió algo que jamás olvidaría, a Blondi (¨Rubita¨), quien fue bautizada por el líder nazi y por la que desarrollo un especial cariño, algo inusual viniendo de él, como lo explica Nerin E. Gun  (escritor) en su obra  Hitler y Eva. Un amor maldito.  «Sus gustos por los animales eran un tanto especiales, pues hallaba estúpidos a los caballos, antipáticos a los perros bulldog y bóxer, y evitaba acercarse a las tortugas, los pollos y los gamos. Odiaba a los gatos y, por lo general, la pequeñez de los canes que había tenido se contradecía con la grandeza de sus gustos. Luego sintió verdadera pasión por los perros pastores desde que, en 1921, le regalaron uno»

Hitler pasaba largos ratos junto a Blondi, paseando e incluso jugando en una pista de obstáculos que mandó a construir  especialmente para ella. Eva, su esposa  tenía como mascotas dos terrier escoceses negros  “Negus” y “Stasi”, eran feroces y no soportaban  la presencia de Blondi. Por ello no se les  permitía estar los tres en el mismo salón, cuando Negus  y Stasi descansaban en el salón,  Blondi debía  permanecer en el dormitorio de Hitler o en la perrera  «A veces, cuando por la noche el ambiente era particularmente placentero y Hitler había conseguido ablandar a Eva con el regalo de una joya o la promesa de otro viaje a Italia, le decía “Effie, ¿permites que el pobre Blondi venga con nosotros media hora?”. Eva, complaciente, le sonreía y hacía un gesto al ayuda de cámara, el cual cogía por las correas a los terribles “Stasi” y “Negus” e iba a encerrarlos en la habitación de su ama, volviendo luego con Blondi, que al fin podía tumbarse a los pies de su amo», escribe Gun.

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