Mi experiencia con la castración de Hulk y Django

Hace ya un tiempo que quería hablaros sobre mi experiencia con la castración de Hulk y Django, en casa pasamos por este momento delicado con ambos y fueron dos situaciones completamente diferentes. De modo que espero que pueda dar ciertas pautas a distintas situaciones que hayáis vivido en vuestra familia peluda o incluso que os aclare dudas si os estáis planteando dar el paso.

 

Los motivos de haberlos castrado han sido bien diferentes entre ambos, pero si algo tienen en común es la prevención, tanto de reproducción como de salud (física y emocional)

 

Cuando decidimos castrar a Hulk, éste ya contaba con 7 años recién cumplidos. Los motivos que nos empujaron a someterle a esta operación, a una edad en la que ya no es recomendable, fueron que le diagnosticaron un cáncer de piel en la zona del escroto, en concreto un Cáncer de Células Escamosas, muy común en perrines de pelo blanco y aun más común en Bóxers de pelo blanco.

 

Hulk en uno de sus momentos preferidos, “los baños de sol”, unos pocos días antes de operarle

 

Este tipo de cáncer de piel, se suele manifestar con una especie de herida, como una verruga que se ha irritado. En algunos casos puede llegar a sangrar y notaremos que el perrín se lame mucho. Suele aparecer en la zona inguinal, escrotal, orejas y trufa. No es un cáncer excesivamente agresivo, a no ser que tenga metástasis en ganglios (debido a la proximidad) u otros órganos internos (un porcentaje muy bajo suele hacer metástasis).

 

En nuestro caso, era una única verruguita muy localizada en la piel del escroto

 

Por si esto no fuera suficiente, el veterinario vio a través de una ecografía que, Hulk todavía tenía uno de sus testículos en la zona abdominal. Al parecer, de cachorro uno de los huevetes no bajó a la bolsa escrotal, se había quedado allí arriba y presentaba un aspecto agrandado y con bultos, había que extirparlo y hacerle una biopsia para descartar que se hubiera tumorado.

 

Vamos que el cuadro no podía ser peor… así que nos armamos de valor y programamos todas las pruebas preoperatorias, la operación de extirpar la verruga que parecía cancerígena y la castración en la que extirparían ambos testículos, uno en el abdomen y el otro en su bolsa. Días más tarde nos darían los resultados de las biopsias.

 

Por suerte el testículo que se había quedado en el abdomen no era malo aunque estuviera atrofiado, pero la biopsia confirmaba que la verruga del escroto era un Cáncer de Células Escamosas

 

Tras la operación, una vez extirpada toda la zona de la piel del escroto en la que estaba la verruguita cancerígena solo fue necesario un mes de quimioterapia en pastillas para asegurarnos de erradicar cualquier célula cancerígena que hubiera quedado por su cuerpo.

 

A día de hoy, tras dos años, hacemos controles anuales y le revisamos todo el cuerpo cada poco tiempo. Hasta ahora no se le ha vuelto a reproducir (crucemos dedos y patas para que siga así)

 

Hulk no tuvo un postoperatorio tranquilo ya que su castración, incluyó un corte abdominal, que cerraron con grapas, y lo mismo en la zona escrotal. Todo esto sumado a que el es un perrete muuuuuuy sensible, fuerte físicamente pero todo corazón, las primeras horas del postoperatorio fueron muy pero que muy difíciles para todos, incluido su veterinario.

 

Lo recogimos a las 18:00 después de la operación, llegamos a casa y estaba realmente incómodo, no se tumbaba y no paraba de moverse, hacía el intento de sentarse pero a los pocos segundos se levantaba. Pasadas un par de horas, cuando se le pasó todo el efecto de la anestesia tuvimos que volver de urgencias al veterinario, pues empezó a jadear y babear muchísimo… todavía no lo sabíamos pero más tarde, nuestro veterinario nos confirmaría que estaba sufriendo una crisis de ansiedad, así como lo leéis, un perrín con una crisis de ansiedad.

 

Estábamos Ivan, nuestro veterinario Lluis y yo, a las 3:00 de la mañana con Hulk en la camilla tumbado y jadeando como un loco, hasta arriba de ansiolíticos, calmantes… y no había manera de que se relajara. Por un momento pensamos que se nos iba ¡llevaba más de 6 horas jadeando y con el corazón a 1.000!

 

Por suerte, Lluis conoce a Hulk desde que tenía 4 meses, sabe perfectamente cuales son sus puntos fuertes y sus puntos débiles, controló la situación con nervios de acero mientras que yo hubo un momento en el que me derrumbé y tuve que salir de la consulta.

 

Al poco de salir de la consulta, Lluis vino a buscarme, Hulk respiraba tranquilo, se había rendido al fin y estaba relajado mientras Ivan le acariciaba,… le cogí la carita, le miré con los ojos llenos de lágrimas y entonces dio un buen suspiro y se venció al sueño. En ese momento nosotros también respiramos y caímos agotados.

 

Entre los tres le subimos al coche y nos marchamos para casa, Lluis nos recomendó que mejor durmiera en casa, en un entorno conocido y con nosotros, en este momento nos necesitaba a su lado. Nos tumbamos en el sofá y dormimos hasta el día siguiente, amaneció mucho más tranquilo, molesto y con dolor pero más relajado y con una respiración normal. Ya había pasado todo… en los días siguientes, hicimos las visitas de control, las curas y seguimos con mucho cuidado todos los consejos de Lluis.

 

Aquí podéis ver a Hulk al día siguiente de la operación, no quería ni mirarme…

 

Como veis, fue una experiencia dura, pues se sumaron muchas variables: cáncer, inexperiencia, miedo a la pérdida, aprender a confiar ciegamente en tu veterinario… desde entonces tenemos una relación mucho más estrecha con Lluis, sobretodo Hulk que le adora!!!

 

En el caso de Django todo fue completamente diferente, para empezar su castración fue la “standard”, extirpar los testículos y listo. Django en ese momento tenía 3 años y ni siquiera hizo falta ponerle el collar isabelino (campana). Le dejamos a las 9:00 de la mañana en el veterinario y le recogimos a las 16:00 de la tarde.

 

En todo momento nos fueron llamando para comentarnos como había ido la operación, que ya había despertado, que estaba todo bien y podíamos ir a recogerlo… Cuando llegamos al veterinario estaba tontorrón, como chafadito anímicamente, pero caminaba bien, ni cojo ni “quejicoso”. Le dimos un pequeño paseo, hizo un pipi y para casa. Lo primero que hizo al llegar fue tumbarse en su camita, hacer un par de quejidos al recolocarse y dormir… dormir y dormir. Esa noche me quedé con él durmiendo en el comedor.

 

Disculpad la calidad de la foto, le hicimos un ambiente cálido y acogedor para que se sintiera tranquilo y a salvo durante la primera noche

 

Había comprado un collar isabelino por si acaso, pero no se lo puse, preferí esperar por si no se lamía y dejar que descansara al menos la primera noche

 

A la mañana siguiente se despertó, saltó al sofá, me lamió y fue a por su juguete ¡increíble! era como si no hubiera pasado nada!! Yo que tenía la experiencia tan dura que pasé con Hulk no me podía creer lo que estaba viendo.

 

Aquí Django corriendo como un loco con su juguete favorito nada más despertarse al día siguiente…

 

Abrí la puerta y salimos al patio, hizo un pipi y en seguida me trajo el juguete para que se lo tirara, jugamos un rato de forma suave (aunque él me pedía más!!) y luego le revisé la herida. Le habían hecho puntos internos y utilizaron spray de plata para cicatrizar, de manera que no había que hacer curas, solo controlar que no se lamiera y que no hubiera inflamación o infección.

 

Los días posteriores seguimos los consejos del veterinario y le llevamos a las visitas de control, todo salió perfecto y no necesitó collar ni cuidados especiales ¡Django es un todoterreno!

 

Como podéis ver, dos perretes bien distintos y dos operaciones también muy distintas. En ambos casos por eso, todo fue muy bien y hoy son dos perros felices y sanos que disfrutan de su vida al 100%.

 

Lo más importante en una castración es concertar la operación en un veterinario de confianza, que conozca a vuestro perrete desde hace tiempo por si surge cualquier complicación y que sigáis sus consejos.

 

La primera noche es siempre la más difícil, nos puede la preocupación y sufrimos por ellos, pero a la mañana siguiente estos peludos nos descubren un mundo increíble, la fuerza que tienen, su capacidad de recuperación y la ausencia total de rencor, porque sí amigos ¿que pasaría si a nosotros nos dejaran en un sitio frío, con personas desconocidas y al despertar viéramos que nos falta un trocito de nosotros? pues eso… ellos son puro amor.

 

 

 

Ver publicación original en www.sitandplas.com

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